Un plano es el protagonista, la melodía y es acompañado por otro conjunto de voces. El acompañamiento puede ir en bloque (por acordes) o presentar un entramado contrapuntístico (contramelodías) combinándose con una armonía. Es una textura que presenta estabilidad. Y, por lo tanto, suele ser utilizada para presentar una melodía (función expositiva) o afianzar una tonalidad. En el siguiente ejemplo de Milhaud y su Scaramouche para saxofón hay un claro patrón de acompañamiento rítmico en el piano, un Mouv. de Samba,
En la figura siguiente el piano asiste al oboe con un determinado patrón de acompañamiento. No obstante, durante los compases que el oboe descansa, el piano interviene además melódicamente. Realiza breves líneas melódicas llamadas contramelodías que tienen una doble función: por un lado, responder a la melodía principal (como un diálogo) y, por otro lado, rellenar el hueco haciendo de enlace melódico.
A continuación, un fragmento perteneciente a la Sonata para fagot de Hindemith, la contramelodía del acompañamiento tiene entidad propia, funciona simultáneamente con la melodía principal del fagot. Ya no se puede afirmar que sea un elemento de enlace melódico. Su extensión es mayor y su importancia va más allá.
La melodía acompañada, habitualmente, será la textura reina de cualquier obra por sus características para dotar de pleno protagonismo a la melodía y otorgarle estabilidad tonal. Sobre todo, en secciones de carácter y función expositiva. Y su aparición será menor en secciones inestables (de desarrollo o de transición).
Textura constituida por dos o más voces independientes que se suceden de forma simultánea en el tiempo. Los recursos contrapuntísticos (junto a la variación del material musical) tienen una función de transición o desarrollo. Éstos son: la imitación, inversión, retrogradación y contrapunto invertible.
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